martes, 7 de junio de 2011

Nada

Libro bastante raro.

Ha estado prohibido en Dinamarca, en Noruega, en Francia hubo librerías que se negaron a comercializar el libro y en Alemania unos padres no permitieron a sus hijos leerlo, aun cuando su profesor lo había incluido en el currículo.
Esto es lo que dice la propia autora, que le ha sorprendido mucho puesto que para ella es "un cuento de esperanza y luz".
A mi personalmente me ha parecido un relato muy duro, que intenta hacer reflexionar sobre lo que tiene importancia y lo que no la tiene pero que lo hace de un forma extrema. Demuestra dos cosas muy importantes. Por un lado la falta de empatía, la facilidad con que el ser humano pierde la sensibilidad hacia lo que para los demás es importante y en segundo lugar de lo que son capaces los adolescentes. Lo importante que es esa etapa de la vida en que no somos capaces de ver dónde están los límites. Que importa más el grupo, la amistad, los secretos que el resto del mundo. Podemos cometer las mayores barbaridades guíados por los demás movidos por unos códigos que a veces no se sabe ni por donde han venido. Y algo mucho peor. Antes de reflexionar sobre lo que alguien distinto a nosotros no ofrece, somos capaces de cargárnoslo. Es todo muy complicado.

jueves, 2 de junio de 2011

El informe Brodeck


Por fin he acabado este libro que hacía tiempo que quería leer. Es uno de esos libros difícil de olvidar. Hay tantas cosas dentro de él que es imposible recordarlas todas.
En este libro, el autor explora por los rincones más sombríos del ser humano y sus complejos mecanismos.

El informe Brodeck no es un libro más sobre las atrocidades y consecuencias de la segunda guerra mundial. Es el relato de cómo una pequeña localidad alemana bajo el imperio del miedo es capaz de todo. El miedo puede conducir al heroísmo, pero la mayoría de las veces las pasiones más bajas y vergonzosas salen a la superficie, para deshumanizar los rostros y las almas.

Brodeck a los cinco años fue abandonado en un camino desierto y recogido por Fedovina, una mujer judía que huía con su carreta. Ella le enseñó un viejo dialecto alemán que se parece al yidish.
El propietario del único café del pueblo era el hombre más rico y al mismo tiempo el alcalde. Como Brodeck era buen alumno, despierto e inteligente, resolvió ayudarlo para que fuera a la capital a seguir un curso universitario. En Berlín conoció una estudiante húngara, se casaron inmediatamente pero tuvieron que regresar al pueblo pues la guerra venía de estallar. Los soldados nazis recorrían Alemania en busca de judíos, los “extranjeros” y Brodeck era el único extranjero del pueblo. ¿Cómo sobrevivió? Porqué, según su relato, él perdió toda noción de vida y de dignidad; vivió como un animal, obedeciendo y conformándose al horror. Cuando regresó al pueblo, las gentes que lo habían denunciado lo miraban asombrados, tuvieron que quitar su nombre del monumento a los muertos. La prueba más horrenda le esperaba en su casa. Su bella Alvira no lo reconoció, sentada en la ventana, la mirada perdida susurraba una canción, había una niña de cuatro años. ¿Su hija? Y Fedovina sollozaba.
Alguien le contó la verdad. Los hombres que lo conocían y que se decían sus amigos, habían violado y maltratado a su mujer. Alvira perdió el habla y la voluntad; permanecía en la ventana con la mirada perdida más allá del horizonte.

Un día llegó al pueblo un personaje extraordinario, vestido a la antigua, con gran lujo y venía acompañado de un caballo y un asno. En el café-hotel del alcalde arrendó la mejor pieza y pagó tres meses por adelantado. No hablaba con nadie y solo sonreía. Brodeck lo observaba de lejos recorrer el pueblo con un cuaderno de dibujo en la mano. La sospecha y el miedo empezaron a modificar la vida de los habitantes. ¿Quién era ese hombre excéntrico que había escogido el pueblo más desconocido de Alemania para instalarse? Una mañana todos los habitantes recibieron una invitación para un vino de honor en el café-hotel. El desconocido había preparado todo. Un buffet suculento y sobretodo, una exposición de cuadros colgados en los muros, pero cubiertos de velos negros. Cuando el anfitrión entró en la sala, el asombro y la alegría enrojecían los rostros animados por el vino. La únicas frases que pronunció fueron: ¡Gracias por su gentileza, yo he tratado de hacer el retrato más fiel de cada uno de ustedes, Pueden descubrir los cuadros ¡ Un silencio de muerte se instaló en la sala. Cada rostro mostraba el secreto que guardaba: envidia, muerte, traición, adulterio, denunciación, la violación de Alvira, etc. Poco a poco comenzaron a interrogarse: ¿Usted ve lo que yo estoy viendo?

El libro comienza cuando Brodeck, que no esta invitado, llegó corriendo al café por un poco de aceite para Fedovina. Al abrir la puerta se dio cuenta de lo ocurrido. Habían asesinado al desconocido y quemado todo lo que le pertenecía. El alcalde ordenó a Brodeck de hacer un informe detallado de lo sucedido, lo más pronto posible, sin ninguna escapatoria. Encerrado en la biblioteca día y noche, Brodeck escribió el informe y al mismo tiempo el relato de su vida, lo dejó en manos del alcalde y partió en busca de su familia.

Al despuntar el alba, una vieja carreta avanzaba por un camino desconocido. En el interior un hombre que era “nadie” había recobrado su dignidad y una madre con ojos asombrados contemplaba por la primera vez una niña que le decía mamá.




Así, al azar he recuperado frases:
"Qué extraña es la vida...Quiero decir,las corrientes de la vida, que nos arrastran, más que nos llevan, y tras un curioso recorrido nos dejan en una orilla, la de la derecha o la de la izquierda"

Esta es otra de las claves del libro: " Este hombre era como un espejo"Si, no necesitaba abrir la boca. Devolvía su imagen a cada uno. O tal vez fuera el último envíado de Dios, antes de que echara el cierre y tirara la llave. Yo soy la cloaca, pero él era el espejo. Y los espejos, Brodeck, acaban rompiéndose" Son las palabras del padre Peiper.