La genialidad se alimenta de rebeldía, singularidad, creatividad, desparpajo, sana autoestima y de abrir las alas. No todos se atreven a ser geniales, algunos prefieren ir de mediocres por la vida. ¿Para qué esforzarse en conseguir una meta si luego le dan el puesto a la "tonta" o al pelota de turno? Comprendo que mucha gente se haya apuntado a la mediocridad sin pararse a pensar en el precio que pagan. Sin embargo, tú eliges: genialidad o mediocridad.
Los ganadores siempre tienen un plan. Los perdedores siempre tienen una excusa. Te cuento la anécdota sobre dos vendedores de zapatos que fueron enviados a África. Al llegar y ver que nadie llevaba zapatos, uno de ellos envió un fax diciendo: " Regreso a casa.Nada que hacer. Todos descalzos". En cambio, el del otro decía : "Todos descalzos. Gran oportunidad. Manden miles de zapatos..." El primero optó por salir a no perder, y el segundo por salir a ganar.
Salir a ganar no es lo mismo que salir a no perder. Quien va por la vida saliendo a no perder, no ganará nunca. Si te sientes atrapado en el miedo, la desidia o el victimismo y te quejas pero no haces nada, es fácil adivinar por qué la mediocridad se ha instalado en tu casa. La queja sólo debe durar cinco minutos. Ergo, haz algo productivo con la queja. Lidera tu vida. Haz lo que se ajuste a tus dones y capacidades. Trabaja en aquello que amas. Y si no, al menos ama aquello en lo que trabajas. De ti depende que te pongas el gorro de la mediocridad o de la genialidad.
Copiado integramente de el libro "Déjate de cuentos" de Rosetta Forner
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